La historia se ha contado y registrado principalmente a través del lente de los grupos e individuos dominantes, con su propia cultura material al frente. En otras palabras, la historia ha sido escrita por quienes tienen poder, quienes escriben desde su propia perspectiva y cosmovisión. Siendo este el caso, es inevitable que los individuos o grupos que carecen de poder cultural o político sean excluidos o marginados. La mayoría de los recursos de archivo (e incluso los libros de historia) se centran principalmente en las historias y experiencias de los blancos occidentales (norteamericanos o europeos). Las comunidades marginadas se excluyen intencionalmente o se mencionan indirectamente. Estas prácticas convierten los archivos y otros tipos de historia de acceso público en representaciones y descripciones inexactas de las comunidades marginadas y sus historias. Esto, a su vez, reproduce acríticamente narrativas y discursos que son estereotipados, opresivos, ignorantes, desdeñosos y que marginan aún más a las comunidades. Grabar y digitalizar estas historias sería cambiar la perspectiva y representar el pasado con mayor precisión. En lugar de ser componentes indirectos pasivos de una perspectiva histórica de arriba hacia abajo, las comunidades marginadas pueden contar sus historias desde sus puntos de vista y experiencias, y posicionarse como agentes activos dentro de sus propias historias.